
El aula se llenó de frutos, secos y carnosos, que se exhibian en mostradores. Los niños llegaron de sus clases con su simulado dinero que les iba a permitir comprar su "puñao".
Un grupo de madres se encargó de montar el escenario y hacer las veces de "tenderas" y así cada uno se fué a casa llevando en su mochila un cucurucho lleno de nuestra tradición.
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